martes, abril 07, 2009

EL MIEDO ES LIBRE.






Tengo un amigo que me contó una vez que jamás ha dicho a sus hijos "ten cuidado" o "no hagas eso que te puedes caer", o cualquier cosa parecida que implique advertirles de los peligros. El motivo es que, según él mismo me explicó, ese tipo de advertencias ponen barreras innecesarias en el camino, limitan, generan inquietud y tienen como fin crear miedo. Estoy convencida de que el miedo se hereda, pero también se crea, y cada uno coge lo que quiere. En mi caso, mi madre siempre me recuerda los peligros. Y así estoy yo, que me planteo todo lo malo que me puede pasar para dar paso a lo bueno y juntarlo todo en una balanza que está dentro de mi cabeza.
El sábado di un pasito hacia adelante. Hacía tiempo que quería ir a la Varga sola. Para sentir esa inquietud que da el silencio cuando te envuelve, cuando te abraza tan fuerte que casi te hace flotar en la inconsciencia. Pensé en todas las cosas malas que me podían pasar, desde que me saliera un oso pardo, pese a que, por desgracia, ya no quedan(pero si queda alguno me sale a mi fijo), hasta que me secuestraran...salté todas esas vallas, vencí las resistencias. El día invitaba a disfrutarlo. Cogí la bici y fui dejando el pueblo atrás. La Varga está a dos kilómetros de distancia. De repente, los vastos llanos de colores que hacen que el paisaje sea tan peculiar, dieron paso a un bosque con árboles colosales, majestuosos, generosos... Imponian, la verdad, pero el miedo inicial a sentir la soledad caer como una losa sobre mí, desapareció. Me adentré en el bosque y curiosamente, me sentía protegida y amparada, abrazada por la armonía latente de la naturaleza. Después terminé en un rincón especial, mi preferido por su belleza, donde el río forma un remanso que es la mejor medicina para un espíritu agitado como el mío. Mi mirada se perdía en las ondas que dibujaban los peces en el agua. Los Patos salvajes rompían de vez en cuando el silencio abrumador. Permanecí allí sentada junto al Júcar, embelesada. Paseé un rato por la orilla escuchando crujir la pinocha bajo mis pies, y después de hacer algunos ejercicios para el alma que os contaré mañana, regresé al pueblo recreándome en los campos que trabajaban, bajo un sol cegador, algunos agricultores...pasé por casa de Angelina a contarle mi aventura y para mi sorpresa se puso las manos en la cabeza, escandalizada: "Pero muchacha!!, virgen santísima!!!, ¿donde vas tú sola a la varga?, que pasa por allí algún degenerado y te hace una desgraciada..., eso ni se te ocurra volverlo a hacer, con los tiempos que corren...", y allí estaba yo, sintiendo la victoria dentro de mí, pensando que vinieran a quitarme lo bailado, porque al final de todo y resumiendo, mi abuela decía: "donde está el cuerpo, está el peligro", pues eso digo yo.

2 comentarios:

Adoración dijo...

Siempre tenemos que tomar decisiones y la decisión en ciertos momentos es lo que decide un futuro, bueno el miedo tambien ayuda a la prudencia siempre que tengamos conocimiento, en fin yo tambien ando viendo peligros por todos los lados asi me enseñaron tambien, con ten cuidado con eso,con aquello y con lo otro....soy decidida por que siempre me rodeo por personas fuertes y me dais animos, tu y Pedro sois unas de ellas, sigo vuestros pasos, un saludo. Dori

Lorena dijo...

Doriiii!!¡holaaaaaaaa!, bueno, pues yo la verdad es que sigo siendo poruca pero por ahí voy, dando pasitos a ver si se me van las neuras. Muchos besotes guapa, a todos!!!. Gracias por la visita y por los comentarios.